
¿Te atreves a sumergirte en una rareza editorial donde guion cinematográfico,
relato íntimo y escritura automática se entrelazan como los senderos laberínticos de la memoria?
De la mano de David Köemman, transitarás la vida de María, una mujer confrontada al espejo roto de la infidelidad, al vacío punzante de la pérdida y a la búsqueda, a veces desesperada, de un nuevo asidero en el laberinto familiar.
A través de diálogos cargados de verdad visceral y reflexiones que calan hasta pinchar hueso, serás testigo de la complejidad de los vínculos filiales, de la silenciosa sabiduría que a menudo se esconde tras las acciones más incomprensibles de nuestros padres, y de la eterna danza entre el amor y la necesidad de libertad.
Este no es solo un libro sobre duelos y reencuentros; es una invitación a explorar las enseñanzas ocultas en el tejido de nuestras relaciones, a cuestionar nuestras propias certezas sobre el amor, el respeto y el ego. Una lectura que, sin desvelar los giros inesperados de su trama, seguramente añadirá una nueva dioptría a tu mirada, preparándote para comprender aquello que hoy te parece inasible, pero que el tiempo, con su implacable sabiduría, inevitablemente desvelará. Ábrete a esta experiencia única y quizás encuentres en sus páginas un eco de tu propia búsqueda.
{MI INTENCIÓN / PROPÓSITO}
Querida hermana, querido hermano, si has llegado hasta aquí, has caminado junto a mí por senderos de sombra y luz, de pérdida y esperanza. Y ahora, al cerrar este ciclo, siento la necesidad de hablarte directamente, desde lo más profundo de este viaje que también, quizás, resuene en tu propia existencia.
He aprendido, a veces a golpe de dolor, que eso que llamamos “padres” va mucho más allá de la simple transmisión de normas y valores. No somos meros recipientes de una educación básica para encajar en un sistema. No. Ellos son, en verdad, los cartógrafos de nuestro ser. Nos entregan, a menudo sin palabras, un mapa antiguo y misterioso para que emprendamos la búsqueda del tesoro que reside en nuestro interior. Y creedme, a veces sus acciones, sus silencios, sus presencias o ausencias, por muy hirientes que parezcan, encierran la clave precisa para desenterrar aquello que en nosotros está desalineado, lo que necesita ser aprendido para seguir nuestro propio camino.
La muerte, esa sombra que inevitablemente nos roza, la he sentido de cerca. Y el budismo me ha susurrado una verdad liberadora: aferrarse a lo que se va es sembrar dolor en tierra fértil para el recuerdo. Amar no es retener, sino dejar fluir, comprender la danza eterna de la vida y la muerte. Y la llegada de una nueva vida… ¡ah, ese milagro! Recibir a un bebé con la misma apertura con la que despedimos un alma es reconocer la continuidad, el latido constante del universo. Mirar a mi hija… siento ecos de un amor que trascendió la forma, una conexión que el tiempo y la muerte no pudieron borrar. Sospecho… intuyo… que en sus ojos hay un brillo familiar, pero mi tarea ahora no es proyectar el pasado, sino ser el mapa para su propio descubrimiento.
He aprendido, con el alma desnuda, la urgencia de silenciar la mente. Ese ruido constante del ego, esa voz que juzga y separa, es la verdadera prisión.
El respeto, ese valor que tanto predicamos, comienza por uno mismo: aceptarnos, comprendernos, abrazar nuestra verdad. Y desde ese lugar de quietud, el respeto hacia el otro florece naturalmente, como la comprensión de que cada ser camina su propia senda, con sus propias heridas y aprendizajes. En lugar de erigirnos como jueces, el silencio empático nos permite aprender la sabiduría que cada historia contiene.
Y al final de este relato, lo que resuena con más fuerza es la gratitud. Agradecer cada instante, cada lección, incluso el dolor que nos moldea. Agradecer el amor que nos rodea, visible e invisible. Porque he descubierto, querido lector, que jamás estamos solos. Siempre hay un hilo invisible, un puntal silencioso que nos sostiene, una red de afecto y conexión que nos impide caer en el abismo. La vida, en su incesante danza, nos recuerda que el amor, en todas sus formas, es el verdadero tesoro que siempre nos acompaña.
Caracteristicas físicas del libro:
Tamaño: 17 X 24 cm
Portadas: Blanco y Negro. Con solapas. 350 gr Brillo
Interiores: Blanco y negro. 150 gr. Estucado mate
Interiores: Incluye ilustraciones
Número páginas: 108
Incluye: Códigos Qr / Contenido multimedia