“El viaje que no se cuenta en Instagram”

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A veces no hace falta cruzar el mundo para perderse. Basta con cerrar los ojos. O abrir una herida antigua.
O quedarse solo en una habitación mientras la vida pasa de largo. Miller eres tú. Soy yo.
Somos todos los que un día dijeron “no puedo más” y al minuto siguiente estaban recogiendo las piezas rotas del alma, como quien junta lentejas del suelo con dignidad de samurái.

Este libro es para quien ha sentido que ya lo ha vivido todo y, de pronto, se da cuenta de que no ha vivido nada auténtico.
Para quien ha amado con hambre y ha confundido compañía con salvación.
Para quien ha tenido miedo de volver a empezar… pero aun así empezó.

Aquí no hay héroes. Hay hombres con cicatrices. Mujeres con mapas secretos en los ojos.
Y un Sherpa que no habla pero te mira como si supiera todo lo que no dices.

Hay sapos que no se besan, pero te devuelven a tu infancia.
Hay motos en la nieve, hostales con gente que se cae bien sin conocerse,
y abrazos que despiertan recuerdos que nunca ocurrieron.
Hay un amigo que aparece en mitad del frío con txistorra y lealtad.
Y hay amores que se parecen a canciones que no puedes dejar de escuchar.

Este no es un libro para leer y subrayar.
Es un libro para cerrar y pensar.
Para que se te quede en el pecho y te haga preguntas incómodas:
¿Dónde estás?
¿Con quién estás?
¿Quién te espera?
¿A quién has dejado de escuchar?

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La espiritualidad no siempre llega en forma de incienso. A veces llega con resaca,en una tetería nepalí,
o en forma de bofetada amorosa de alguien que te dice:

“O te sueltas, o te hundes con tus propias expectativas.”

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Miller no es el héroe. Ni tú necesitas serlo. Solo tienes que ser sincero contigo mismo.
Y estar dispuesto a cruzar la tormenta con los ojos abiertos.

Este libro es una brújula para los que no saben si subir la montaña o dejarse caer.
Una llamada para quienes, aunque estén rodeados de gente, siguen sintiéndose solos.

Una promesa:

no estás loco.
Estás vivo.
Y eso, amigo mío, ya es oler el Nirvana.