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[A VOMITAR; A LA VOMITERÍA]

Hola budistas de asfalto!! Ahí va un pequeño pensamiento... ¡¡a vomitar a la "vomitería"!!


“NO SOY TU CUBO DE BASURA EMOCIONAL”

(Una reflexión sobre los que sólo vienen a dejar su carga, y cómo cuidarnos sin cerrarnos, con compasión y sabiduría.)



Hay personas que solo te buscan cuando les arde algo. Cuando la vida les escupe amargura. Cuando sus relaciones hacen aguas y ya no tienen a quién más llamar.

Te escriben o te llaman, no para saber cómo estás, sino para vomitarte su herida abierta sin anestesia.


No vienen a compartir... vienen a volcar.

No vienen a crecer contigo, vienen a desahogarse contigo… y después, desaparecen como si nunca hubieran llorado en tu regazo.

Y uno, si tiene el alma sensible, si ha hecho el camino, si ha sanado cosas… abre la puerta.

Una vez.

Dos veces.

Veinte veces.

Hasta que un día, hermano, hermana…

el cuerpo habla.

Y te sientes agotado.

Vacío.


Como si alguien hubiera escupido una tormenta sobre tu energía.

Te has convertido en lo que yo llamo:

un cubo de basura emocional con incienso.

Una papelera sagrada donde todos vienen a tirar sus miserias esperando que tú las conviertas en paz.


EL MITO DEL QUE ESCUCHA SIEMPRE

Hay una trampa que pocos hablan:

el que ha sanado un poco, el que tiene palabras sabias, el que escucha con calma… suele convertirse en el vertedero emocional de su entorno.

Porque, claro, "tú sabes", "tú puedes con todo", "tú meditas", "tú estás más avanzado".

Pero ¿quién recoge luego tus pedazos?

¿Quién te escucha sin querer cambiarte?

¿Quién te pregunta cómo estás… sin agenda?


NO CONFUNDAMOS COMPASIÓN CON AUTOANULACIÓN

Ni Buda ni Séneca te pidieron nunca que fueras mártir emocional.

La compasión no es dejar que el otro te arrastre a su tormenta.

La compasión es estar presente sin perderte.

El budismo enseña que la verdadera escucha requiere atención sin identificación.

El estoicismo dice: “No es lo que sucede, sino cómo respondes.”

Ambos coinciden en algo esencial:

No te conviertas en rehén emocional del otro.


EL TEMPLO Y LA BASURA

Imagina que tu mente es un templo.

Un lugar donde habita la paz, el incienso, el silencio interior.

Ahora imagina que alguien viene y deja bolsas de basura dentro.

Sin avisar. Sin permiso.

Y tú, en lugar de sacarlas, sonríes y las barres debajo del altar.

Eso no es bondad.

Eso es inconsciencia.


LA TRAMPA DEL “AYUDADOR”

He sido ese.

El que quiere salvar, sostener, escuchar, traducir las miserias en luz.

Hasta que entendí que detrás de ese papel, muchas veces, se esconde una herida de infancia:

la necesidad de ser valorado por lo que das, no por lo que eres.

Así me convertí en terapeuta gratuito, en sacerdote informal, en basurero energético disfrazado de guía.

Hasta que el cuerpo gritó:

“¡Basta!”


Y empecé a poner límites.

Límites suaves, amorosos, pero firmes.


“Te escucho… pero no me arrastras.”

“Te abrazo… pero no me pierdo.”

“Estoy aquí… pero no para cargar lo que tú no quieres mirar.”

“No necesito ser fuerte para ti si tú no estás dispuesto a crecer por ti.”

“Estoy aquí para acompañarte, no para salvarte.”

“Puedo ser luz, pero no tu linterna permanente.”

“No soy tu psicólogo gratuito ni tu pañuelo eterno.”

“Si solo me buscas cuando te duele… es que no me ves cuando brillo.”


¿QUÉ HACER CUANDO TE BUSCAN SOLO PARA VOLCAR?

Pausa. Respira. No reacciones.

Observa si esa persona solo aparece cuando su mundo se cae.

Pregúntate: “¿Me siento mejor o peor después de este encuentro?”

El cuerpo siempre sabe.

Poner límites no es egoísmo, es autoamor.

Puedes decir:

“Ahora no tengo espacio emocional para sostener esto, pero si quieres, podemos hablar otro día con más calma.”

(El que solo quiere volcar, se irá. El que te quiere, se quedará.)

Desprograma la creencia de que siempre tienes que ayudar.

A veces ayudar es no estar disponible.

Para que el otro madure.


BUDISMO Y BARRERAS ENERGÉTICAS

El Buda enseñó:

“No se puede servir agua limpia en una taza sucia.”

Traducción:

No puedes ayudar si estás agotado, si estás resentido, si estás lleno de lo que no es tuyo.

Por eso en el budismo, antes de ayudar a otro, se cultiva la atención plena, el silencio, el equilibrio.

Y se ofrece desde el vacío lleno de presencia, no desde la sobrecarga.


EL SILENCIO COMO LÍMITE

El silencio es una de las respuestas más poderosas.

No responder rápido.

No dar soluciones automáticas.

No cargar todo lo que escupen.

A veces callar es sanar.


NO SOMOS CUBOS DE BASURA, SOMOS TEMPLOS VIVOS

Deja de actuar como si fueras la cloaca emocional del mundo.

Empieza a recordar que eres un templo, no un trastero.

Y eso implica:

Elegir tus batallas.

Elegir tus vínculos.

Elegir desde el amor… no desde la culpa.


ÚLTIMAS REFLEXIONES PARA MEDITAR

Si alguien solo aparece cuando su vida se rompe, y jamás te busca cuando la suya está en calma… no te está eligiendo, te está usando.

Si después de hablar con alguien te sientes drenado, triste o confundido… no fue amor, fue carga.

Si dices sí por miedo a que se enfaden… estás traicionando tu paz interior.

El verdadero amor no vomita, comparte.
El verdadero amigo no descarga, se abre.
El verdadero vínculo no desgasta, eleva.

Y tú, querido hermano o hermana, no estás aquí para sostener ruinas ajenas con tus huesos.


Estás aquí para vivir ligero, amar profundo y cuidar el fuego que llevas dentro.

 
 
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