[CUANDO DEJE DE ESCRIBIR...]
- DAVID KÖEMMAN
- 25 dic 2024
- 2 Min. de lectura

No os creáis que voy a estar dando la paliza constantemente con esto del blog. Escribo para sanar, no para seguir enfermo emocionalmente. Por eso, desde hace un tiempo, cuando me preguntan cómo voy de mis operaciones y dolencias, no digo que me siento mal, ni siquiera esa frase tan recurrida de "poco a poco". Lo he cambiado por un *paso a paso* o un *voy sanando* contundente.
Se me acusa de airear, por esta ventana, mis intimidades. Cada uno tenemos una vara de medir diferente; lo que son intimidades para algunos, para otros son circunstancias que, de tanto golpearnos y visitarnos a diario, se convierten en nuestras más fieles compañías. Así que dejémonos de juicios y disfrutemos de lo que nos mostramos unos a otros.
Espero que algún día pueda dejar de escribir para sanar y encuentre la fórmula para compartir cómo, mediante el arte, podemos alcanzar la paz. Sé que suena pretencioso, ya que cientos de filosofías, religiones, credos y sectas lo han intentado sin mucho éxito, especialmente en el estado en el que se encuentra el mundo. Pero creo firmemente que, aunque no podamos cambiarlo todo, podemos cambiar nuestro pequeño universo.
"Los obstáculos son temporales; mi fortaleza es permanente."
Ya hemos atravesado la barrera de la medianoche y eso significa que estamos legal y técnicamente en el día 25, es decir, Navidad. El insomnio lo acompaño con un buen té con miel, intentando ignorar las ganas de vomitar tras haber ingerido un trozo de queso fresco del tamaño de un terrón de azúcar.
He disfrutado de la Nochebuena tras la pantalla de mi Xiaomi, en videoconferencia. Me siento afortunado y muy orgulloso de mis hijos, así como de la buena relación que existe entre Lorena, su madre, y yo. Los hijos siempre observan mucho más de lo que creemos los adultos, y sé que estamos dando un ejemplo verdadero de respeto, admiración y de cómo hacer crecer este proyecto común. Porque, aunque haya una separación, no significa que se desvincule del trabajo personal e interior que seguimos compartiendo.
Reflexionando en esta madrugada silenciosa, me recuerdo de que todo es relativo. Lo que para algunos es soledad, para otros es un refugio; lo que parece pérdida, muchas veces es transformación; lo que llamamos fracaso, en realidad es un maestro que nos obliga a mirar adentro. El insomnio de hoy puede ser un fastidio o, como estoy decidiendo ahora, una oportunidad de conexión conmigo mismo y con lo que me rodea.
"Nada externo puede alterar mi paz interna; mi centro es inquebrantable."
Lo importante no es lo que nos sucede, sino cómo lo interpretamos y lo que hacemos con ello. Esta Navidad, me quedo con la idea de que podemos resignificar todo: las heridas, las carencias, incluso las ausencias. Porque al final, lo único que verdaderamente nos pertenece es el sentido que damos a nuestras experiencias.
Así que, mientras espero que el sueño me abrace, quiero desearos algo más que felicidad: os deseo que experimentéis lo relativo como un espacio para crecer, para sanar y para abrazar la vida tal como viene, paso a paso.
{David Köemman}
LA BANDA SONORA DE ESTE POST: