[CUENTO DE NOCHEBUENA]

[El Silencio de las Luces]

En un pueblo adornado con luces de neón y pantallas que proyectaban mensajes de ofertas navideñas, una noche ocurrió algo inesperado: todas las luces se apagaron. Sin previo aviso, la tecnología que sostenía la navidad moderna se desplomó en un chispazo invisible.

Las familias, desconcertadas, buscaron en sus móviles respuestas que no llegaban. Los regalos envueltos perdieron sentido sin el brillo de los flashes. Los villancicos, que salían de bocinas automáticas, se desvanecieron, dejando solo el sonido del viento frío.

En medio de la oscuridad, una anciana con manos temblorosas encendió una vela. Su llama iluminó una pequeña esquina de la plaza. Poco a poco, las personas se acercaron, primero curiosos, luego buscando calor. En ese círculo de luz frágil, comenzaron a hablar.

Hablaban de lo que habían perdido, de quienes no estaban. Recordaron que la Navidad no siempre había sido un intercambio de objetos. Alguien recitó un poema. Un niño, con ojos brillantes, preguntó qué significaba amar.

Esa noche no hubo selfies, ni compras de último momento, ni filtros que mejoraran el momento. Solo miradas sinceras y abrazos que no necesitaban envoltorios. Las personas descubrieron que, al perder todo lo que creían necesario, habían recuperado algo que habían olvidado: el silencio, la conexión y la simpleza de estar presentes.

Cuando las luces regresaron al día siguiente, nadie las encendió. La navidad ya no necesitaba adornos; había encontrado su lugar en cada corazón.

{David Köemman}©

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