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[ERES UN IGNORANTE...



La Ignorancia: Ese Maestro que Nunca Pedimos

A veces pienso que la ignorancia es como un monje budista con gafas de sol, sentado en mi sala de estar, observándome en silencio mientras intento aparentar que sé algo de la vida. No dice nada, pero está ahí, omnipresente, con una media sonrisa que parece decir:

"Mira a este... tan seguro de su propia inseguridad".

En realidad, es el punto de partida de todo aprendizaje, el lienzo en blanco donde empezamos a trazar nuestra búsqueda. Pero, ¿qué hacemos con ella? ¿La aceptamos como la gran maestra que es o intentamos esconderla bajo capas de supuesta sabiduría, como quien tapa una mancha con un cojín? Admito que más de una vez he sido el segundo tipo.


La ignorancia no es un insulto, aunque algunos la usen como si lo fuera.

La sociedad, a veces, nos empuja a creer que tener todas las respuestas es una especie de logro olímpico. Pero, ¿qué sentido tiene eso? Hasta los grandes sabios, tanto estoicos como budistas, se reían de la idea de saberlo todo. Marco Aurelio escribía sus meditaciones recordándose que pronto sería polvo, un recordatorio elegante y estoico de que, en el gran esquema de las cosas, nuestras certezas son como castillos de arena. Y Buda, por su parte, nunca habló de verdades absolutas, sino de caminos, de exploraciones, de métodos para despertar.


Aceptarlo cambia todo. Es como soltar una mochila llena de piedras en mitad de una caminata. De repente, se siente la ligereza. Reconocer que no sabemos nada no es una derrota; es una liberación. Es mirar al cielo y, en lugar de buscar constelaciones inventadas, simplemente maravillarse con la inmensidad.


El Error es Creerse Dueño de la Verdad

Es curioso, porque cuando creemos que tenemos "la verdad", solemos actuar como si fuéramos los guardianes de un templo sagrado, uno construido por nuestro propio ego. Nos ponemos serios, cerramos puertas y, si alguien osa contradecirnos, sacamos nuestras espadas argumentativas como si nuestra vida dependiera de ello. Pero, en realidad, lo que defendemos no es la verdad, sino nuestra necesidad de tener razón.


Aceptar la ignorancia es un ejercicio de humildad.

Es como reconocer que tu taza ya está llena de agua sucia y que no puedes añadirle té fresco hasta que la vacíes. Y, lo mejor de todo, es que al hacerlo, descubres que no pasa nada. El mundo no se detiene porque admitas que no tienes todas las respuestas. De hecho, probablemente te conviertes en una persona más interesante.


El Arte de No Saber

Hace poco, mientras meditaba, tuve un pensamiento absurdo: ¿Y si el universo fuera un enorme campo de arroz y yo apenas un grano intentando entenderlo todo? Me reí en voz alta. La metáfora era tan tonta como profunda. Pero ahí estaba: un recordatorio de que la ignorancia no es algo que debamos eliminar, sino algo con lo que podemos jugar, explorar, convivir.


En el budismo, hay una idea fascinante: la mente de principiante. Significa acercarse a la vida con la curiosidad de quien no sabe nada, con los ojos abiertos y el corazón dispuesto. Es lo opuesto a la arrogancia del que cree que ya lo ha visto todo. Y, sinceramente, ¡qué alivio es darse cuenta de que no necesitamos saberlo todo!


Epicteto, un esclavo que se convirtió en uno de los mayores estoicos, decía que no somos dueños de los eventos, solo de nuestras reacciones a ellos. Eso, en sí mismo, es un acto de humildad. Significa aceptar que el universo está fuera de nuestro control, que hay más preguntas que respuestas y que, probablemente, nunca las tengamos todas. Pero está bien así. Es más que suficiente.


El Placer de Soltar

Cada vez que me sorprendo queriendo tener razón a toda costa, pienso en un globo. Imagínatelo: un globo que intentas sujetar con todas tus fuerzas porque crees que, si lo dejas ir, algo terrible pasará. Pero cuando lo sueltas, lo único que ocurre es que sube al cielo, y tú te quedas con las manos libres.


Aceptar que ignoramos, que no sabemos, que no entendemos, es soltar ese globo. Es liberar espacio en nuestra mente y corazón para lo nuevo, para lo inesperado, para lo que realmente importa.


Así que, si hoy te cruzas con alguien que te recuerda algo que no sabías, en lugar de defenderte o justificarte, simplemente di: "Gracias, no lo sabía". Porque en ese momento, sin darte cuenta, estarás cultivando tu mente de principiante. Y en ese estado, hermano/a, está la verdadera sabiduría.


{David Köemman}©


LA BANDA SONORA DEL POST DE HOY:



 
 
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