[ESPEJISMO VS RECIPROCIDAD]
- DAVID KÖEMMAN
- 26 abr
- 2 Min. de lectura
[El espejismo de la reciprocidad]
Desde pequeños nos enseñaron una regla silenciosa:“Si das, recibirás.” La llamaron reciprocidad. La envolvieron en papel de regalo: justicia, amor, amistad, lealtad.
Pero nadie nos contó que también sería una de las trampas más sutiles de nuestra mente.

La parte clara: Cuando nace del corazón libre, la reciprocidad es una danza. Una corriente invisible donde dar y recibir son la misma cosa, sin cálculos, sin contratos ocultos. Una flor que ofrece su aroma, sin preguntar si el viento la perfumará a cambio.
Así la entiende el Budismo: Dar (dāna) es una virtud suprema, un acto que purifica la avaricia, el miedo y la ilusión de separación. Cuando damos desde la conciencia de la vacuidad (śūnyatā), no hay “yo que da” ni “otro que recibe”:solo hay Dar, como el sol que brilla sobre buenos y malos sin distinción.
Pero ahora, la parte oscura: El ego también aprendió a usar la reciprocidad como moneda.Como un truco emocional: “Yo te doy… pero espero.”Espero que me ames. Espero que me devuelvas. Espero que me debas algo.
Cuando esa expectativa no se cumple, llega el resentimiento. El reclamo sordo. La culpa disfrazada de generosidad.
Aquí es donde la reciprocidad se vuelve manipulación.
Doy para atarte. Ayudo para deberte. Amo para que me ames.
Y sin darnos cuenta, nos convertimos en mercaderes del alma, regateando cariño, aprobación y poder, mientras predicamos bondad.
El Buda fue radicalmente claro:" Practica el dar como una virtud sin expectativas. El mérito surge de la pureza, no de la recompensa."
Cuando das esperando algo a cambio, aunque sea gratitud, no es Dar: es un contrato inconsciente.
Cuando ayudas desde la herida, no ayudas: te alimentas de la deuda.
Cuando amas para ser amado, no amas: negocias.
El verdadero Dar —el que libera— es anónimo, ligero, inmediato. No recuerda, no repite, no reclama.Como una gota que cae en el océano y se olvida de sí misma.
¿Quieres saber si tu reciprocidad es verdadera? Pregúntate:"Si no me devuelven nada, ¿me sigo sintiendo en paz?""Si mi dar no es visto, ¿sigo amando igual?"
Si la respuesta es sí, tu acto es limpio. Si la respuesta es no, ahí está el trabajo interior: no culparte, sino observar con compasión la mano del ego moviendo los hilos.
Así lo veo...
"No confundas dar con negociar amor."
"Si esperas algo a cambio, no estás dando: estás vendiendo tu energía."
"La mano que da y recuerda, no ha dado de verdad."
"El ego da para ser visto; el alma da para disolverse."
"El Dar auténtico no necesita agradecimiento, porque ya es plenitud en sí mismo."
"Recuerda: quien da de verdad, ya ha recibido."
La reciprocidad, como todo en este mundo, no es mala ni buena. Es un espejo.
Cuando nace del ego, manipula. Cuando nace de la conciencia, libera.
Elige desde dónde das.Y recuerda:“Aquel que da verdaderamente, ya ha recibido.”
{David Köemman}©