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[¿HABLAS DESPIERTO?]



Deseo reflexionar recién estrenado el día de Navidad y a escasas horas de finalizar la Misa del Gallo... El poder de las palabras y cómo puede salvarte (o hundirte).


Hoy me encuentro en esa mesa que construí con mis manos e imaginación renacentista donde los sueños y las reflexiones se mezclan con el aroma del café quemado y el murmullo o canto de ángeles de una canción de Los Planetas.


Ahí está Carmen, una amiga de esas que no puedes ignorar porque su energía desborda más que el WhatsApp de tu ex después de dos copas de vino. Viene alterada. Yo, con mi taza en mano, dispuesto a darle un toque de PNL a la situación.


[C]– Es que Juan siempre me dice que no me entiende. – empieza ella, con la intensidad de quien lleva días rumiando su argumento.


[D]– ¿Y tú qué le respondes? – pregunto con calma, como quien trata de no echar leña al fuego, pero sabiendo que la explosión es inminente.


[C]– Que si no me entiende, que no sé qué hace conmigo. ¿No te parece lógico?


[D]– Ay, Carmen, Carmen... No todo en esta vida es tan literal. El problema de Juan no es que no te entienda, sino que quizá está eligiendo mal las palabras para expresar lo que siente. O peor, tú estás interpretando según tu estado de ánimo, y todos sabemos que ahí pueden pasar cosas como convertir "No te entiendo" en "No te quiero".


Aquí es donde entra la magia de la PNL: el arte de usar las palabras con conciencia, empatía y un poquito de sentido común.

[D]– Mira, Carmen,– le digo mientras revuelvo mi café por pura teatralidad – ¿Qué pasaría si Juan, en lugar de 'No te entiendo', te dijera 'Quiero entenderte mejor'?


[C]– Pues me parecería más considerado. No sería tan bruto.


[D]– Exacto. El problema no siempre está en lo que se dice, sino en cómo se dice. ¿Y tú? ¿Has pensado en responderle algo que no sea un dardo envenenado? Por ejemplo, en vez de 'Pues ya me dirás por qué sigues conmigo', podrías probar algo como 'Agradezco que quieras entenderme. ¿Te explico mejor?'


Carmen me mira como si hubiera abierto un portal interdimensional. Quizá lo hice, porque cambiar el lenguaje abre puertas que ni siquiera sabíamos que existían.


Y aquí viene lo interesante: las palabras son un reflejo de nuestro estado interno.

Si estás en paz, respondes con amor; si estás molesto, cualquier frase, por amable que sea, suena como un ataque. Imagina este otro escenario:


Juan llega del trabajo, agotado. Carmen, con su energía habitual, le dice:


– Te noto cansado, ¿qué te pasa?

Si Juan está bien, responderá algo como: Sí, ha sido un día largo, pero ya estoy en casa.


Pero si Juan tiene el día torcido, quizá diga: ¿Qué me va a pasar? Lo mismo de siempre. ¿Por qué preguntas tanto?


¿Ves cómo las mismas palabras, según el estado de ánimo, se convierten en un puente o en una trinchera?


Es por eso que la PNL nos invita a elegir conscientemente cómo hablamos, incluso en momentos de tensión. En lugar de responder automáticamente, podemos pausar, respirar y reformular.


En vez de:


– "Siempre estás igual."


Podemos probar:


– "Me doy cuenta de que esto te afecta. ¿Qué puedo hacer para ayudarte?"


No solo cambia el resultado, sino que también cambia la percepción de la otra persona.


Y esto no solo aplica en relaciones románticas, sino también en el trabajo, con amigos o incluso con uno mismo. Esa voz interna que a veces te dice: "No sirves para nada." ¿Qué tal si la reeducamos para que diga: "Hoy quizá no fue tu mejor día, pero mañana tienes otra oportunidad para hacerlo mejor."?


Así que, amigas y amigos que me seguís, las palabras tienen poder, pero su magia está en cómo las usamos. Hablar con amor, claridad y conciencia no solo mejora nuestras relaciones, sino que también transforma cómo nos vemos a nosotros mismos.


¿Conclusión? Todo es relativo, desde el tono en el que nos hablamos hasta la manera en que interpretamos lo que otros dicen. Y si nos tomamos el tiempo para pausar, reflexionar y reformular, quizá descubramos que el conflicto no estaba en la otra persona, sino en cómo elegimos ver el mundo.


Ahora os dejo, que Carmen quiere tomar otro Dolce Gusto y parece que quiere aplicar su nuevo vocabulario conmigo. Si no acabamos con una frase motivadora del estilo "Voy sanando, paso a paso," será porque nos ha dado por practicar PNL con un gintonic en la mano.


¡Feliz día de Navidad y que vuestras palabras sean siempre puentes, nunca muros!


{David Köemman}

"No soy psicólogo, sólo les pago"


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