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[NO TE NECESITO...]




Qué verbo tan extraño, ambiguo e incluso creador de rechazo. De qué forma hemos vestido de romanticismo barato algo tan crudo como la necesidad. Crecemos escuchando que del roce nace el cariño, pero la fina línea que separa el afecto del apego es casi imperceptible. Cuanto más experimento y estudio ciertas filosofías —sobre todo el Budismo Tibetano—, más me despojo de este mundo lleno de algoritmos y trampas.


Cuando llegas a atisbar un mínimo de comprensión sobre conceptos como la dualidad, admitir la ignorancia, o sentir el latir del ego justo antes de pasar a la acción... algo cambia. Saber, a través de lágrimas o de esa alegría interna que nada ni nadie puede arrebatarte, que estás más cerca de quien realmente eres que de cómo pareces ser, es algo tan profundo que casi puedes rozar con los dedos la locura.


La trampa de la necesidad en las relaciones.

La necesidad como vacío interno.

Cuando "necesitamos" algo de alguien, no estamos buscando compartir, sino llenar un vacío interno. En las relaciones, esta postura puede volverse peligrosa, porque convierte al otro en un recurso para satisfacer nuestras carencias emocionales. Este enfoque nos aleja de la plenitud interior, que es la base de una conexión sana.


Desde una perspectiva espiritual, la necesidad refuerza la idea de que somos incompletos. Esto contradice la realidad esencial: ya somos completos, pero olvidamos nuestra naturaleza cuando buscamos fuera lo que ya está dentro de nosotros.


La dependencia limita la libertad

En el plano humano, "necesitar" a alguien crea una dinámica de dependencia. Esto puede generar control, inseguridad y miedo. Si alguien siente que lo necesitamos para ser felices, puede experimentar una presión poco saludable, y la relación deja de ser un espacio de libertad y autenticidad.


Una relación madura y espiritual no se basa en el "te necesito para ser feliz", sino en el "elijo caminar a tu lado porque quiero compartir mi felicidad contigo".


El miedo a perder

Cuando necesitamos a alguien, tememos perderlo. Este miedo se convierte en un motor constante de ansiedad, celos y comportamientos tóxicos. Una relación basada en el miedo pierde su esencia natural, convirtiéndose en una lucha por retener en lugar de disfrutar.


Desde una perspectiva espiritual, amar no es poseer. Amar es aceptar el flujo constante de la vida, donde todo llega y se va a su tiempo. La necesidad, en cambio, quiere atrapar y detener lo que, por naturaleza, debe ser libre.


La distorsión de la entrega.

La necesidad a menudo se confunde con amor. Pero mientras el amor auténtico es un flujo incondicional de energía que no espera nada a cambio, la necesidad es egoísta y posesiva. Cuando "necesitamos", damos con la esperanza de recibir algo a cambio: validación, compañía, seguridad. Esto desvirtúa el acto de dar, transformándolo en un intercambio condicionado.


La autosuficiencia como base del amor verdadero.

El verdadero amor nace cuando dejamos de necesitar. Esto no significa que dejemos de compartir, sino que lo hacemos desde la abundancia y no desde la carencia. En lugar de buscar que el otro nos complete, trabajamos en completarnos a nosotros mismos.


Una relación saludable es como dos círculos completos que se superponen, no como dos mitades intentando ser un todo. Cuando no necesitamos, podemos amar sin condiciones, sin expectativas, sin miedo.

En las relaciones humanas y sentimentales, la necesidad es una ilusión que nos desconecta de nuestra esencia.

Al trabajar nuestra plenitud interior, dejamos de buscar afuera lo que ya poseemos. Desde esa autosuficiencia, podemos amar de verdad, compartir sin ataduras y experimentar relaciones más libres, sanas y profundas.


{David Köemman}©


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