top of page
Buscar

[¿SABES HABLAR CON EL CORAZÓN?]


Hablemos, pero con el corazón.

Dicen que las palabras tienen poder, y no lo digo yo, lo dice la vida. Las palabras construyen puentes o levantan muros, consuelan o hieren, dan alas o las cortan de raíz. Y, sin embargo, parece que nadie nos enseña cómo usar este superpoder, especialmente cuando nos encontramos frente a alguien que está pasando por un mal momento.


Sé de lo que hablo aunque sea un poquito, he perdido "amistades" tras haber estado muerto, tener infartos, anginas de pecho, paradas cardiacas, una diabetes demoledora, amputación, perdida de visión y un largo etc. que hacía que el despertar en las mañanas fuera más un sinónimo de suplicio que una vida normal y no se pueden imaginar como destrozan los mensajes relativizantes y al final uno revienta y manda a la mierda a quien se ponga por delante.


Cuando alguien atraviesa una enfermedad, ya sea física, mental o emocional, las palabras que elegimos son como una medicina: pueden sanar o intoxicar. Pero, claro, no nacemos sabiendo, y muchos vamos por la vida hablando como si tuviéramos una espada en la lengua en lugar de un pincel.


La importancia de medir las palabras.

Imagínate que alguien te confiesa que está enfermo, que está atravesando algo complicado. Tú, con la mejor intención, sueltas un:

—¡Sé fuerte! Todo pasa por algo.

Y ahí, sin darte cuenta, acabas de hacerle sentir que si no es fuerte, el problema es suyo. Como si su sufrimiento tuviera que ser justificado por algún gran plan cósmico que, spoiler: nadie entiende.


Lo primero que aprendí después de caer varias veces en estas trampas lingüísticas es que no necesitas arreglar el dolor de nadie con palabras mágicas. A veces, lo más poderoso que puedes decir es:

—No sé qué decir, pero aquí estoy.

Ahí, en esa honestidad, reside la verdadera conexión.


Frases que curan vs. frases que hieren:

Para no hacerte un curso acelerado, te lo resumo con ejemplos:


❌ Frases que mejor evitamos:


“Podría ser peor.”

(¿Ah, sí? Pues gracias por el ánimo.)

“Conozco a alguien que pasó por lo mismo y está bien.”

(Quizás tu intención es consolar, pero en ese momento lo que sienten es: “¿Y si yo no tengo tanta suerte?”)

“Todo pasa por algo.”

(Ya hablamos de esta, pero no está de más repetirlo: cuando estás mal, buscar un “sentido superior” puede ser una tortura, no un consuelo.)


🟢✅ Frases que alivian:


“Estoy contigo para lo que necesites.”

(Claro, concreto y lleno de amor.)

“¿Cómo estás hoy? ¿Qué puedo hacer por ti?”

(El “hoy” es clave, porque cuando alguien está enfermo, cada día es diferente.)

“Te quiero, y estoy aquí para ti.”

(No hay nada más poderoso que recordarle a alguien que no está solo.)



Hace poco, un amigo mío me confesó que estaba luchando contra una depresión. Me dijo:

—Siento que estoy roto, como si algo dentro de mí se hubiera apagado.

Mi yo de hace unos años habría intentado arreglarlo. Algo como: “No, hombre, tú eres fuerte, esto pasará.” Pero, ¿sabes qué le dije esta vez?


—Si estás roto, aquí estoy para ayudarte a recoger los pedazos. Y si no quieres pegarlos ahora, los guardamos juntos hasta que estés listo.

Y eso fue todo. No necesitaba soluciones, necesitaba compañía.


Debería enseñarse en las escuelas, así les cuento a mis hijos.


Mira, creo firmemente que saber hablarle a alguien en un mal momento debería ser una asignatura obligatoria. “Comunicación emocional”. Porque nos enseñan a sumar, pero no a sumar apoyo. Nos enseñan a leer, pero no a leer emociones. Y así andamos por la vida, queriendo ayudar, pero diciendo cosas que lastiman sin darnos cuenta.


¿Te imaginas un mundo donde todos supiéramos cómo sostener las emociones de los demás con palabras que acarician en lugar de raspar? Sería como vivir en una canción de cuna gigante, donde nadie tiene miedo de abrirse porque sabe que será acogido, no juzgado.


Cuando alguien está pasando por un mal momento, no necesitas ser su salvador, solo su faro. Aprende a escuchar, a estar presente, a elegir palabras que sean bálsamo y no sal o vinagre en la herida. Y si no sabes qué decir, dilo también:

—No sé qué decir, pero estoy contigo.

A veces, eso es más que suficiente.


{David Köemman}


LA BANDA SONORA DE ESTE POST HOY ES:




 
 
bottom of page