top of page
Buscar

[SACANDO FUERZAS]

Dos meses sin poner negro sobre blanco en este, mi cuaderno digital. El tiempo cunde mucho sobre mi cuerpo y, por qué no decirlo, mi alma vive cada día como si fueran cien años —también de soledad— y os aseguro que no es una hipérbole.


Jamás imaginé que esto de "quemar" karma fuera una aventura tan bestia o, quizás —por sentirme algo especial— tan VIP. No sé en qué momento me colocaron la pulserita del "todo incluido" en esta barra libre de la vida.


Hoy, mi cuerpo puede mantenerse unos minutos sentado frente al iMac, mientras en Spotify suenan grupos y voces de México. Clau —llave, en mi idioma valenciano— me susurra en la arteria derecha de ese motor hidráulico que tengo como corazón. Vuelvo sobre los momentos difíciles y, como en el cuento, regreso recogiendo las migas de pan que nadie comió y descubro que son con las que me conformaba.


Todo lo banal, exterior, terrenal, está cubierto. El proceso es metabólico —ni mental, ni psicológico—, es todo físico. Y respecto a lo espiritual, está siendo una gran limpieza de karma que me ha enfrentado a todo lo que no he podido o sabido abrazar en la oscuridad. Aunque parezca una catarsis bestial —que lo es—, está todo más en orden que nunca. De hecho, he descubierto que el caos es nuestro verdadero orden.


Hasta aquí… el aleteo de mis dedos escribiendo ya me está robando el aire, pero he conseguido estos minutos para hacer lo que más amo: contar historias, en este caso, un granito de la que estoy viviendo.


Os abrazo con mis esqueléticos brazos y aprieto sobre un corazón más latente que nunca.


{David Köemman©}



 
 
bottom of page