[SOLEDAD o "SOLITUD"]
- DAVID KÖEMMAN
- 23 dic 2024
- 2 Min. de lectura

La magia de estar solo y en paz.
Estar solo no es lo mismo que sentirse solo. Aprender a disfrutar de la soledad es como descubrir un rincón secreto en tu corazón, un refugio donde el ruido del mundo se apaga y solo queda el eco de tu verdadero yo. Sin embargo, para muchos, ese silencio puede despertar heridas de la infancia, como si al quedarnos solos se encendieran esas alarmas internas que nos gritan: “¡No eres suficiente!”. Pero, ¿y si te digo que la soledad, bien llevada, es el trampolín hacia la paz?
Como dice el famoso doctor Mario Alonso Puig, “la serenidad no es estar libre de tormentas, sino encontrar la calma en medio de ellas”. Y esa calma empieza cuando nos miramos al espejo, sin miedo, y aceptamos que estar con nosotros mismos es el primer paso hacia el amor real.
¿Cómo sabes que el amor que llega a tu vida es el correcto?
¡Aquí viene la clave! Si te sientes completo y en paz estando solo, el amor no será una muleta ni un escape, sino un compañero de viaje. Alex Rovira lo expresa maravillosamente: “El amor de verdad no llena vacíos, sino que suma plenitudes”.
Piénsalo: cuando estás con alguien, ¿te sientes libre o limitado? ¿Te inspira a crecer o te ata al miedo? El amor correcto es como una brisa suave, no un huracán que arrasa con todo. Llegará cuando hayas aprendido a estar bien contigo mismo, cuando tu soledad no te pese, sino que te nutra.
Soledad: un maestro disfrazado.
La soledad puede ser un maestro exigente, pero sus lecciones son valiosas. Nos obliga a enfrentar esos fantasmas que arrastramos desde la niñez, esas pequeñas voces que nos hacen dudar de nuestra valía. Pero también nos enseña que la paz no viene de fuera, sino de dentro. Como diría mi maestro budista Venerable Lama Ngawang Wangjor: “La paz viene cuando dejas de luchar contra ti mismo”.
Por ejemplo, en lugar de temer los momentos de soledad, ¿qué tal si los transformas en oportunidades? Dedica tiempo a algo que te apasione, como leer, pintar o meditar. Aprende a escuchar el sonido de tu respiración, a sentir cómo tu corazón late sin esfuerzo. Cuando te reconectas contigo mismo, el mundo deja de ser una amenaza y se convierte en un lugar lleno de posibilidades.
Un café, infusión o Gin Tónic contigo mismo.
La próxima vez que tengas un rato libre, en lugar de buscar el teléfono o llenar tu agenda, ve a una cafetería, pídete algo que te guste y siéntate contigo mismo. Sin auriculares, sin distracciones. Escucha tus pensamientos, como si estuvieras charlando con un amigo al que hace tiempo que no ves. Al principio puede ser incómodo, pero pronto descubrirás que hay mucha belleza en esa simpleza. Por eso
La paz no es un destino, es una forma de caminar.
Aprender a estar solo, sin que despierten viejas heridas, es un regalo que te haces a ti mismo. Porque cuando estás en paz contigo, el amor que llegue a tu vida no será una necesidad, sino una elección. Y, como diría la psiquiatra Marian Rojas: “No se trata de buscar a alguien que te complete, sino de compartir tu completud con alguien que también haya hecho su viaje”.
{David Köemman}©