[YA SE VAN LOS REYES MAGOS...]
- DAVID KÖEMMAN
- 6 ene
- 2 Min. de lectura

Mucho se habla de la venida de los Reyes Magos, cargados —no de ilusión— sino de recompensas que provocan esa sensación de mariposas en el estómago y tarjetas de crédito y Bizums alborotados. Cuántas familias o padres habrán quedado con esa innecesaria sensación de no poder regalar a sus hijos o seres queridos lo que desean, además de la puerta desastrosa que abre ese acto: sentir el fracaso en sus propias carnes.
Dicen que los Reyes no eran tal cual, sino que realmente su título era el de magos, de sabios. La sabiduría nada tiene que ver con los halagos, las recompensas o incluso los chantajes emocionales. A veces creo que el ser humano es un auténtico alquimista low cost. Sí, tenemos una capacidad increíble para separar el grano de la paja... pero siempre nos quedamos con la paja. El grano es demasiado duro, y para conseguir grandes cosas hay que molerlo. No me imagino sacando harina de ramitas secas y, si pudiera hacerse, dudo mucho que sus nutrientes fueran los adecuados.
Es cierto que los regalos son un sinónimo de gratitud, de ver feliz al otro, de esforzarse por los demás. Es verdad que siempre podemos verter una luz bonita en este aspecto.
Me ha impresionado la numerosa cantidad de personas que han podido disfrutar de mi nuevo trabajo editorial, LO QUE CURA, y cómo muchas de ellas se han propuesto comenzar un "Diario de Gratitud". Me preguntan cómo abordarlo, y pienso que deberíamos aprender desde muy pequeños a agradecer.
Agradecer no es simplemente decir "gracias", sino saber darlas.
Una de mis dedicatorias suele ser: "Nunca un gracias significó tanto", y me gusta escribirla en alguno de mis libros publicados.
Cuando nos enfrentamos a una hoja en blanco, resulta difícil escribir, pero aún más cuando debemos agradecerle a la vida por cosas, eventos, circunstancias, etc., que damos por sentado o creemos que son una obligación de la vida para con nosotros. No, majo, no, maja: la vida no tiene ninguna obligación ni mucho menos derechos sobre nosotros. Este constante afluente que llamamos vivir está cargado de una energía "fifty-fifty", un plancton que igual te mata que te revive. Y nosotros, como meros espectadores de este circo, debemos elegir qué espectáculo nos ha gustado más. Ahí radica nuestro poder de disfrutar esta vivencia.
Así que deseemos un buen viaje de retorno a los Reyes Magos. Tengo la sensación de que, desde hace una generación —concretamente la X—, solo vuelan en business class para poder ver un poco de brillo en los ojos de los más pequeños, ya que se han dado cuenta de que eso de la sabiduría no va con nosotros. Igual deberían hablar con Coca-Cola, a ver cómo hizo con Santa Claus.
{David Köemman}©
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